Santorini es la segunda isla -después de Bali- más visitada del mundo. Su topografía es precisamente una de las particularidades de este paraíso griego.
La isla es un enorme peñasco en forma de media luna que emerge imponente del mar Egeo con acantilados que miden hasta 300 metros de altura. El terreno no es parte de la corteza terrestre, sino que está compuesto de roca lávica. Por eso, a primera vista se pueden ver las capas geológicas de sus acantilados en colores rojo y negro que muy bien contrastan con la blancura de los típicos pueblitos que se desplazan en el tope de las montañas.
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