Estaba formado por unas sesenta familias que hacían su vida dentro del “call” y que eran autosuficientes. Los judíos de Montblanc dependían de la colecta de Barcelona y vestían con su indumentaria propia. Los reyes concedieron numerosos privilegios a cambio de contribuciones a las arcas reales, debido a su actividad comercial. A lo largo de los tres siglos de existencia, el “Call” padeció diversos saqueos por parte de montblanquines que, como a toda Cataluña, no acababan de aceptar a los judíos, no expresamente por motivos religiosos sino por motivos materiales. A finales del siglo XV, y como consecuencia de los procesos inquisitoriales, los judíos huyeron, una gran parte de ellos fueron a Menorca.
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