
La Alhambra es un ejemplo sin igual de cómo la luz y el agua ofrecen importantes efectos decorativos a la arquitectura. Una cuidada elección de los materiales hace que su ornamentación cambie según la incidencia de la luz. El agua funciona a modo de espejo reflejando la arquitectura y los elementos decorativos, contribuyendo a una sensación de paz. Además, en combinación con la luz, origina composiciones ilusorias y suaviza la arquitectura horizontal, tal y como se puede apreciar en el Patio de los Arrayanes.
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